Sunday, March 22, 2009

Mi enemistad con el Estado de Honduras

Todos lo hemos hecho más de alguna vez. Cuando en un grupo de amigos se menciona el nombre de alguien más que consideramos importante o de interés, y si hemos tenido algún tipo de contacto –por ínfimo que sea– tendemos a jactarnos diciendo “¡Ah, sí, es amigo mío!!”. A la persona en referencia seguramente solo le hemos dicho “hola” una vez y ya la consideramos amistad nuestra, sin que él o ella sepa ni nuestro nombre. De la misma manera que hay personas que no saben que los consideramos como “amigos”, así hay personas que nos consideran sus enemigos pero sin nosotros darnos cuenta de tales sentimientos.

Una persona (jurídica) que supuestamente es nuestro amigo, pero en realidad es nuestro enemigo acérrimo, es el Estado de Honduras. Según nuestra Constitución, esta persona es liderada por un jefe. Existe otros actores-líderes culpables del coma en que se encuentra nuestro Estado: funcionarios públicos en cargos de elección popular y funcionarios electos por el susodicho Honorable Congreso Nacional. Bajo estos tres tipos de líderes se encuentran prácticamente todos los servidores públicos que devengan sueldos provenientes de los impuestos que pagamos los ciudadanos todos los días, todos los años. Nuestra enemiga, en realidad, es esa masa de servidores públicos que hacen todo menos asistir a quienes les acudimos.

En un despacho de justicia, el juez o magistrado, junto a los auxiliares, se encargan –por omisión o comisión– de hacerles la vida imposible a los litigantes, y, por ende, a los ciudadanos que imploramos de su asistencia. Generalmente, en un juicio hay dos partes actoras y el juez. Los conflictos de hecho y de derecho entre el demandado y demandante deben ser juzgados por el juez. Hasta ahí vamos bien. Pero cuando este juez y los auxiliares son ineptos y haraganes, ellos mismos se tornan parte en el juicio, obstaculizándole que prosiga, al emitir resoluciones mal fundamentadas y al hacer actuaciones que desmeritan sus cargos. De esta forma, nos encontramos en juicios en que quienes nos deben ayudar son nuestros enemigos; se vuelve en una batalla de todos contra todos.

Lo mismo ocurre en casi todas las oficinas administrativas del Estado, ya sea la SOPTRAVI, el INA, Marina Mercante o la ENEE. Una de las cabecillas de la pandilla de instituciones enemigas de Honduras es el Ministerio Público. Con solo el hecho de que menos del 2% de las denuncias interpuestas llegan a sentencia judicial, nos dice que la impunidad reina en más de un 98%. ¡Qué bendición! Para mí, mejor que cierren esta institución y le coloquen el candado más grande de Larach y Cía. en sus puertas – o que “le pongan” una bomba para poder empezar de cero. Si a usted lo han asaltado o ha sido víctima de algún crimen, mejor entiérrese vivo antes de ver a la DNIC investigar su caso: solo alrededor del 14% de las denuncias son investigadas. ¡Qué dicha!

Con tantos pandilleros de saco y corbata, de Land Cruiser Prado y Range Rover, en nuestra república, no es difícil generalizar y clasificar como pícaros a aquellos que sí quieren hacer lo correcto y trabajar arduamente por el bien de nuestro país. Tanto empleado público comiendo durante horas laborables; bellas oficinistas maquillándose o hablando por teléfono celular; tantos fiscales y jueces en seminarios y viajes cuando deberían de estar trabajando: ¡disimulen por lo menos, no sean desvergonzados! A los jefes de éstos no les importa lo que ocurre en sus instituciones porque no les costó llegar a sus puestos: han llegado ahí por política, amistad y/o negocios; prefieren estar gestionando a ver qué “consiguen” de las instituciones en que laboran, en lugar de pelearse con sus subalternos por imponer el orden y trabajar como deberían.

Gracias, servidores públicos, por no ser serviciales, corteses y eficientes en lo que se les asigna. Con tantos de ustedes, señores pandilleros oficiales, me doy cuenta que el Estado de Honduras, al cual representan, es mi enemigo número uno. Y yo que quería ser su amigo.

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Finding the truth behind government actions

"It is no easy task to gain some understanding of human affairs. In some respects, the task is harder than in the natural sciences. Mother Nature doesn't provide the answers on a silver platter, but at least she does not go out of her way to set up barriers to understanding. In human affairs, such barriers are the norm. It is necessary to dismantle the structures of deception erected by doctrinal systems, which adopt a range of devices that flow very naturally from the ways in which power is concentrated."
-Noam Chomsky in Failed States

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